Basándonos en el supuesto constatado de que el pensamiento conduce a la acción
(Bandura, 1987), podemos pensar que suele darse una correspondencia estrecha
entre las creencias de las personas y sus acciones. Del mismo modo, también parece
lógico pensar que debería existir una alta concordancia entre las creencias pedagógicas
del profesorado y su conducta docente. Como afirman Clark y Peterson (1990),
se entiende que el profesor es un agente dinámico y fundamental en la ejecución del
currículum, que toma decisiones, juzga situaciones y expresa sus pensamientos y teorías
a través de sus actos.
Sin embargo, por una serie de circunstancias (controlables o incontrolables), no
siempre ocurre así. Esto provoca un conflicto personal que induce al sujeto a cambiar
bien su conducta para que esta concuerde estrechamente con sus creencias, bien sus
creencias para justificar las conductas inconsistentes con sus creencias (Tabachnick y
Zeichner, 1988; Shavelson y Stern, 1981).
Según el modelo mostrado en la Figura I,propuesto por Kember (1997),si nos referimos
a cada profesor de manera individual, los métodos de enseñanza adoptados, las
tareas de aprendizaje, las demandas de evaluación... están fuertemente
influidos por las concepciones del profesor acerca de la enseñanza. Estas variables
contextuales impactarán, a su vez, sobre la forma en que los estudiantes afrontan
su aprendizaje que, de igual manera, tendrá un efecto
sobre los resultados alcanzados. Pero,como señala el mismo autor
(Kember,1997),puede ocurrir que existan presiones externas procedentes de diferentes ámbitos o contextos –los estudiantes, los padres, el departamento, el centro, etc.– que
condicionen la práctica educativa del profesor en el aula, y que alteren e,incluso,modifiquen
su conducta docente de tal modo que ésta deje de estar basada en sus creencias.
En este trabajo,hemos tomado como referencia el modelo de Kember (1997) para
tratar de analizar cuáles son las variables internas o externas que dificultan que la
práctica educativa desarrollada en el aula se ajuste a lo previamente diseñado por el
profesor de acuerdo con sus creencias personales. Además, postulamos que la percepción
que tienen los profesores de los elementos obstaculizadores variará en función
de las creencias que éstos sostengan sobre la enseñanza y el aprendizaje.Así,para
aquellos profesores que tengan unas creencias más tradicionales sobre la enseñanza
y el aprendizaje (centradas en el profesor y en el producto), los elementos percibidos
como obstaculizadores de su conducta docente serán distintos de los considerados
por aquellos que tengan una concepción más innovadora (centrada en el alumno, en
el proceso o en la interacción profesor-alumno), ya que dichas actitudes implican formas
de hacer diferentes.